La finalidad de la expresión escrita es la comunicación mediante un
mensaje escrito. Como ocurre con la lectura, su adquisición es un proceso que
se alarga en el tiempo, ya que se trata igualmente de una habilidad compleja,
cuyo dominio requiere la integración de diferentes subprocesos.
Existen algunos modelos de
la escritura que proporcionan una explicación global de los procesos implados
en la producción de los textos escritos. Tal es el caso del modelo de Flower y
Hayes (1980, 1981), este modelo identifica básicamente tres grandes grupos de
procesos:
a. Los que llevan a cabo la planificación de los objetivos y del formato
general del texto.
b. Los que ocupan de la traducción o concreción y desarrollo de la
secuencia de palabras que servirán para expresar el tema.
c. Los necesarios para la revisión y evaluación del texto hasta llegara a
su forma definitiva.
Los tres procesos estarían
sometidos, a su vez, a un sistema activo de control que haría de la escritura
un proceso cíclico y recursivo en sí mismo. Estas frases no procederían de
forma lineal, sino de un modo interactivo. Así, realizamos la actividad de planificar
antes y al mismo tiempo que escribimos y, de la misma manera revisamos,
corregimos y modificamos en cualquier momento partes del textos ya realizadas.
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